Solvay se ha estado adaptando a un mundo en constante cambio durante más de siglo y medio. Tuvo que reinventarse muchas veces, siempre sobre la base de una sólida herencia de responsabilidad social, excelencia técnica y carácter familiar.

La compañía nació en 1863 a partir de un avance tecnológico, el proceso de amoníaco-soda establecido por Ernest Solvay y un pequeño círculo de familiares, incluido su hermano Alfred.
Después de años difíciles de incertidumbres técnicas, Solvay se embarcó en una rápida expansión internacional, construyendo plantas en todo el mundo industrializado.

En 1900, el 95% de la ceniza de sosa consumida en el mundo se producía mediante el proceso Solvay.

El Grupo sobrevivió a las dos guerras mundiales, gracias a su base de accionistas familiares y secretos de fabricación celosamente guardados. Y a principios de la década de 1950, Solvay se diversificó y reanudó su expansión global.

Los últimos años han sido testigos de otras transformaciones radicales, desde la desinversión del pilar farmacéutico hasta la adquisición de Rhodia y la creación de un nuevo Solvay.

Siempre hemos operado imponiendo en nuestra mente el deber de progreso continuo.

Ernest Solvay